17 de noviembre de 2009

¿GOLPISMO?

No son pocos los que desde el gobierno alertan por estos días sobre "la llegada del lobo", sobre la puesta en marcha de "un plan desestabilizador", de "una nueva conspiración destituyente" contra Cristina Fernández de Kirchner.Y es entendible que así sea, tada vez que en nuestra sociedad hay aún sectores autoritarios a los que poco les interesan las formas constitucionales de gobierno, la democracia.El tema es detectar si dicha situación es verosímil. Es decir, si una pretensión de esta naturaleza es posible en el actual momento. Quienes lo justifican, hablan de Cobos, Carrió, Duhalde, sectores del sindicalismo, la Mesa de Enlace, La Nación y Clarín, como los principales impulsores de la arremetida. Y hasta esbozan un plan regional del imperio y de las derechas latinoamericanas.Sin embargo, no bien uno entra en tema, enseguida puede ver que varios de ellos vienen de menguar sus fuerzas y están bastante peor vistos que hace un tiempo atrás. Además, juntos deberían encolumnar a radicales, peronistas disidentes y macristas, principales fuerzas ganadoras de las últimas elecciones.¿Qué necesidad tendrían estos últimos de sumarse a tamaña aventura cuando el 2011 está ahí nomas y cualquiera de ellos podría hacerse legítimamente de la presidencia? ¿Quién podría ser tan infantil como para arriesgar, a tal punto, su posicionamiento actual?Otros argullen mecánicamente sobre la experiencia de Honduras, sin comprender que entre muchas otras diferencias, nuestras FFAA han sido positivamente reestructuradas y, mal que mal, los genocidas, están pagando con juicios y/o prisión, su última osadía golpista.En síntesis, más allá de las pretensiones de esmerilamiento que trata de aprovechar la oposición de derecha para lograr un mejor posicionamiento frente al gobierno, no hay riesgos ciertos ni posibilidades golpistas en el horizonte inmediato de la nación.Bien valdría, entonces, que el gobierno se haga cargo SIN REPRESION, de la conflictividad social y gremial en ciernes, que tiene sustento en errores, torpezas o políticas que él mismo llevó adelante, impopularmente.

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